jueves, agosto 31, 2006

Oxidaré Occidente



-Bueno, ¿María?
-Sip, ¿Qué pasó?
-¿Quieres ir a caminar?- Luego de unas segundos de silencio continuó -¿Paso por ti en treinta minutos?
-Claro- Siempre me llama un centenar de veces antes de concertar una cita, ésta vez no, inevitablemente acepté.
Llegó, relativamente con puntualidad, en general suele ser un retardado, 30 minutos, 40 minutos, es el común de su retraso, sin contar el mental. Como fuese, la Secretaría de Vialidad no contó esto último, y un buen día le entregó un permiso para conducir. Subimos al auto; podía observarlo, manejando lentamente, y rumiado algo en su mente. Nos detuvimos a la orilla de la carretera.
-Vamos, acompáñame, necesito de tu ayuda.- Me dijo mientras baja del auto.
-¡Estás loco!- repelé, pese a saber que la locura es sólo privilegio de aquellos que cuando menos piensan con regularidad.
-Hace mucho que nos conocimos, pero la verdad es poco lo que hemos hablado- me decía mientras ascendíamos una ladera -simplemente hemos vivido algunos momentos juntos, momentos importantes, no lo niego, pero de escasas palabras. Resulta irónico que ésta vez haya decidido charlar, éste es también un momento importante. Hace tiempo que sé que no puedo ofrecer al mundo lo que reclama de mí. Hace tiempo, también, que resolví en no pagar nada a nadie, aunque me quedé pagándome a mí mismo. Al comienzo podía pagarme con soltura, luego tuve que empeñarme, pero de empeño en empeño, culminé en venderme. Ahora tengo un auto. Por cierto, ¿te gusta?
-¡... Mal...di...to...!- El sofocamiento debido a la escalada apenas si me permitió hablar. -¡Espera! Des... can... se... mos.
Íbamos como a medio camino cuando nos detuvimos, yo me hallaba tendida sobre una gran roca casi plana, mas su ligera curvatura la volvía muy cómoda, debería llamar a un hombre, de esos fortachones picapiedra, para que cortara este gran trozo, lo llevara hasta mi casa, y remplazara mi desgastada cama, de la cual, por cierto, se asoma uno que otro resorte, de esos que les da por picar las costillas y creerse los graciosos.
-Sabía que te encantaban esos autos cuando lo compré- grito desde la cima de un pequeño peñasco sobre el que se había trepado, según esto, para observar mejor el horizonte. -¿Ves la ciudad allá? Está atascada de autos como el mío, cientos, quizás miles, de esas chatarras, con cientos, seguramente miles, de pequeños ciudadanos torpes, que imaginan que se han ganado la vida de la manera más honrosa, que la vida pudo haberles tratado peor. Esas personas se arrodillan, de vez en cuando, a la orilla de sus camas, y agradecen al destino que les haya salvado de los sufrimientos corporales, pues le temen tanto al placer como al dolor.
-No es recomendable que traigas tu auto tan seguido a la costa- le advertí, después de todo apreciaba su coche -la brisa del mar oxidará pronto el interior, y entonces será inservible.
-Apresúrate, quiero ver el atardecer.
Por supuesto que él alcanzó a llegar antes, y menos sofocado. Me senté junto a él en la orilla del barranco, abajó las olas golpeaban las desafiantes rocas que, estúpidamente, hace mucho tiempo, decidieron enfrentar la Mar. El Sol apenas si besaba la Mar, él había optado por una mejor relación con ella, le daba cariño y calor, pues teme que algún día se decida la Mar a sofocarlo. Aquellas estúpidas rocas, en cambio, creen imposible que les sofoque, creen que su naturaleza ígnea está por completo terminada, que estúpidas son.
-La Mar cambia, (ni siquiera sé si eso de decir la Mar sea correcto). Sólo puede vencerla algo que cambie tan pronto como ella- suspiró -o bien, no queda más que unírsele, como a nuestro peor enemigo.
-¿Tienes un dulce?- le pregunté con la garganta reseca. Luego de retener la paleta en la boca un rato, la saqué para decir una de esas idioteces que el azúcar me provoca -sí todos los autos frecuentaran éstas costas, con prontitud se descompondrían, y así los pequeños jorobaditos de occidente, escaparían de su naufragio existencial. Quizás escalarían por éstas laderas, sin saberlo, verían la muerte del Sol, y a la Mar bañada de su última sangre, para luego vestirse de luto, y luego, como novia de la Luna. ¡Luego, luego todos se enderezarán, decididos de nuevo a no pagar a nadie, nada!
-Olvidas que también deben de dejar de generar deudas, que hay hombres que se dedican a seducirlos para comprarlos, que se dedican a venderles autos, a suplantarles vidas.- viendo hacía el fondo del barranco imploró -Resulta imposible luchar contra ésta marea queridas rocas, desistan, por favor, desistan, que su muerte es la mía.
Debimos llevar una lampara, si tan sólo me hubiera dicho a donde íbamos, yo misma la hubiese llevado, fue horrible bajar de aquel sitio a media luz, de cualquier forma agradezco no haberme caído. Un vez que llegamos a mi casa, nos despedimos afectuosamente, muy afectuosamente, ahora que lo recuerdo, casi como en los viejos tiempos, cuando fuimos más que amigos.
Aun recuerdo bien, que me dijo -Gracias, gracias por todo y por acompañarme hoy. Nunca puedo ir solo a un lugar nuevo, conoces algunas de éstas mis extrañas manías. Gracias María.- Se fue en ese envidiable auto que tenía.

Semanas después, un apuesto y trajeado hombre tocó a mi puerta, al abrirla noté que el auto de J... estaba estacionado justo en mi entrada. Ese elegante hombre, que aseguro ser abogado, me explicó brevemente como es que me había ganado el auto de J...
¡Ya, ya recuerdo! Me dijo algo sobre un trago, algo que se había tirado en las rocas, o algo por el estilo. ¡Que interesa! ¡Ahora tengo su fantástico automóvil!



Comments:
Venga! María se quedó con ese coche tan deseado por ella, pero jajaja hija de su madre! le importo más que ya tenía en su poder el auto de J... que el por qué se lo había dado =S... pero ya ves así es esto de las albóndigas con patas de palillos y rodajas de zanahoria como zapatitos.

[por cierto ese carro se ve muy muy bien!!! cuál es???]
 
mm pues creo q mas bien se lo heredo.. j murio? o es un alucine mio?
 
Despues .. de mucho.. tus personajes tienen nombre, escencia y tal vez ,tal vez rostro.

Bueno ...tré bien.
Auzviederzen.
Patricia
 
mmm... interesante... supongo que si el titulo del blog no fuera "segundo antes de morir" tal vez podria no pensarse que fue por muerte....

suponiendo que el ultimo instante antes de morir... el ultimo pensamiento fue dejar un legado a maria... despues de toda una vida de lugares nuevos... pero bueno... esto ya es mas que un comentario...

supongo eso pasa cuando uno anda disperso...

saludos... genial post... creo dice mas sin decir lo que realmente quiere decir... pero bueno... eso es como un cumplido viniendo de gus...
 
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